No es que no sienta nada, es que el dolor es familiar.
Pasan los años y sigue ahí, a veces más silencioso, a veces más molesto que el tic-tac de un reloj en la soledad.
Ahí estuvo, ahí está, y por lo que parece, ahí estará.
Y de carne y hueso sólo para ciertas personas.